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                          08 - LA EXPERIENCIA

                          LA EXPERIENCIA
                          El hijo acaba de hacerse cargo de un nuevo puesto en la empresa. Queda dentro de la esfera comercial, donde la experiencia es muy necesaria; pero el hijo carece de ella.
                          Sin minar la confianza de su hijo, el padre desea subrayar la importancia de este elemento y la necesidad de que lo adquiera.


                          Querido hijo:
                          En tu nuevo puesto como director comercial de una de nuestras empresas vas a tener ocasión de utilizar todos tus conocimientos. Para empezar, tienes talento suficiente para competir con quien sea; tus éxitos en el colegio y en la universidad, y en tus otros empleos anteriores dentro de nuestra sociedad, lo han demostrado sobradamente.
                          En segundo lugar, aportas un alto grado de entusiasmo a tu trabajo, y en tercero, está tu imparcialidad al medir los resultados de tus esfuerzos.
                          No obstante, hay un elemento básico que todavía no posees en estos momentos.

                          El de la experiencia.

                          Si haces memoria de tu estancia en el colegio, recordarás cómo la experiencia iba creciendo poco a poco con sólo afrontar cada nuevo día y lo que éste pudiera traer, hasta que te sentiste lo suficientemente seguro de lo que estabas haciendo como para medir tus resultados de una forma realista.
                          En este nuevo puesto las cosas van a desarrollarse de la misma forma, pero es vital que reconozcas, en esta etapa temprana de tu trabajo, que estás verde dentro de este importante departamento.

                          ¿Qué puedes hacer al respecto? ¿Cómo llenar poco a poco este agujero, hasta nivelarlo?

                          El hombre que carece de experiencia y lo sabe, ha de tornar primeramente una resolución: no permitir que ese factor del que carece le inhiba , le excuse de esforzarse por hacer el trabajo.
                          Luego, resulta crucial que te tomes el tiempo necesario para valorar cuidadosamente todo proyecto que vayas a emprender, sea el análisis y solución de un problema , la preparación de una presentación, o cualquier otra cosa que te corresponda.

                          Para empezar,

                          ¿cuáles y cuántos datos tienes inmediatamente a mano?
                          ¿Cuáles y cuántos echas en falta?
                          ¿Deberías recoger más datos?

                          Una vez que hayas conseguido todos los que sea posible obtener, y sólo en ese momento, podrás empezar a pensar en las diferentes vías de actuación que se te ofrecen. Líbrate de la trampa en la que tanta gente cae, algunos una y otra vez, que es la de no reunir desde el principio toda la información que pueda obtenerse. Muchas personas son perezosas cuando se enfrentan a este aspecto de sus trabajos y no trabajan con suficiente ahínco para hacerse con los datos básicos en los que tendrán que fundamentar sus decisiones y actuaciones.
                          Has montado conmigo suficientes campamentos en el bosque como para saber que si no preparábamos una base firme y nivelada sobre la que construir, todos nuestros esfuerzos no darían otro resultado que un campamento de ínfima categoría.
                          Además está esa tendencia a querer empezar a analizar los datos, a meterse en harina antes de haber obtenido hasta la última brizna de información que pueda humanamente conseguirse.
                          Muy especialmente se necesita a continuación tener la suficiente disciplina mental para no avanzar a saltos en segunda velocidad, sin haber ulilizado antes todo el impulso de la primera.

                          Piensa en nuestras salidas en piragua y acampadas; todos tenemos muchas ganas de ponernos en marcha, pero ¿no corremos el peligro de dejarnos olvidado algo si, antes de ponernos en marcha, no comprobamos mis criticadas listas de «cosas que hacer» que tanta guerra me da preparar antes de cada salida?
                          Y realmente no sería por falta de experiencia, sino por falta de correcta aplicación de nuestra experiencia.
                          Una vez concluido el paso uno, el acopio de información, conviene que busques una persona fiable con quien poder comprobar si te has dejado algo en el tintero. Un colega que ocupe un puesto similar en otra empresa no competidora de la nuestra, o tu propio presidente, son acaso las dos mejores personas a las que puedes recurrir, si bien hay otros consultores igualmente válidos.

                          Ahora llega el segundo paso, el más excitante: actuar con la información disponible.
                          Aquí es donde realmente importa el factor experiencia, debido a que la interpretación correcta de los datos que tienes resulta crucial para el éxito que persigues. Según vayan pasando los años y vayas cometiendo tu cuota de equivocaciones en el mundo empresarial —como nos sucede a todos—, comprobarás que el 80 por ciento de las personas yerran en tomar sus decisiones por errónea interpretación de los datos, y no porque carecieran de ellos.
                          La experiencia te enseña a recopilar primeramente todos los datos pertinentes y a analizarlos adecuadamente a continuación.
                          Lo primero exige disciplina; lo segundo, años de experiencia.

                          ¿Que cómo puede uno ir ganando experiencia en la interpretación de los datos?

                          Pues de la misma manera que en cualquier otra actividad. Practicándola. Pero me apresuro a añadir que se ganará antes y mejor por medio de un cuidadoso y profundo análisis que si se recurre al sexto sentido.
                          Una vez ultimadas la recopilación e interpretación de los datos, viene la ejecución. No ha de haber problemas para tí en este punto; ya has tenido mucha experiencia en este departamento. La minuciosidad y perseverancia que has aplicado a todos tus trabajos hasta la fecha así como durante tus años de estudiante. son la experiencia que ahora podrás utilizar muy bien para ejecutar adecuadamente tus decisiones. Esta parte de tu labor ha de resultarte fácil.
                          Pero nunca olvides esto: con sesenta y dos años de edad y cuarenta metido en esto, todavía continúo adquiriendo valiosas experiencias dentro de mi propio campo de actividad. Sencillamente he llegado al convencimiento de que en determinadas áreas de este negocio todavía queda una experiencia por adquirir y he aceptado que todavía me queda algo por aprender por medio de la experiencia, y me lo recuerdo a mí mismo cada vez que he de acometer un nuevo proyecto.
                          No resulta muy agradable para mi orgullo el tener que admitir cuanto antecede, pero por otro lado sospecho que ayuda cónsiderablemente a nuestra cuenta de pérdidas y ganancias.

                          ¿No hará falta que nos recordemos que «los bosques estarían en silencio si solamente cantaran los pájaros a los que se hubiera enseñado a cantar»?

                          Tienes todas las credenciales de un buen ejecutivo. La experiencia hará de ti uno excepcional.
                          Pero esto es algo que ningún colegio ni nadie que no seas tú va a poder darte. Mientras vas ganando algo de experiencia, sé cauto y fortalece tu mente para continuar aprendiendo; de tus éxitos para repetirlos, de tus fracasos para que no se repita ninguno.

                          Con todo afecto
                          Tu compañero de aprendizaje