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                          09 - LOS EMPLEADOS


                          LOS EMPLEADOS.

                          Un valioso empleado presenta la dimisión por problemas con el hijo. El padre, preocupado por tal estado de cosas, se apresura a resaltar lo importante que es tratar de conservar a determinadas personas en determinados puestos dentro de la empresa.


                          Querido hijo:
                          Me ha sorprendido mucho el enterarme de que el señor Miller se ha marchado a trabajar a otra empresa. Durante todo el tiempo que estuve al frente de las funciones de fabricación de la empresa, siempre le consideré muy valioso, aunque algo excéntrico; de ahí mi sorpresa. Resulta obvio que sus excentricidades empezaron a hacer mella en tí y causaron el rompimiento.

                          Sorprendentemente, con toda la gente que puebla este mundo, no hay dos personas que piensen exactamente igual. Nos diferenciamos tanto en nuestro aspecto físico como en nuestra forma de pensar, lo cual ya es de por sí una hazaña fantástica de nuestro Hacedor. Y, lo que es aún más sorprendente, a pesar de todas esas diferencias, todavía nos las apañamos pará casarnos, procrear hijos que nos quieren, conservar a los amigos y a los empleados de valía, procurando que se sientan felices.

                          En mi opinión los viejos industriales que más éxito consiguieron en el período 1900-1930 parece que se comportaron en muchas ocasiones como si estuvieran medio locos. Acaso existan tantos déspotas hoy día, pero pienso que la mayoría ha cambiado de actitud, aunque no sea por otra razón que la de que ahora hay un mercado de mano de obra mucho más fluido y es mucho más fácil cambiar de empleo (excepto para los que viven en pequeñas poblaciones). Por lo tanto. se ha producido aquí un estrechamiento del espectro; no hay actualmente tantos patronos déspotas, ni tantos empleados desamparados y esclavizados en su puesto de trabajo.
                          El patrono prudente se toma el tiempo necesario para analizar los incentivos que una persona puede mencionar entre sus razones para trabajar, y lo que es más importante. el orden en que los menciona. Un estudio reciente descubrió que el dinero ocupaba el puesto número siete en esa lista. Encabezaba ésta la satisfacción en la realización del trabajo. Evidentemente, esa sensación de bienestar que produce el haber conseguido algo sigue siendo todavía la mejor recompensa para los penosos esfuerzos del hombre.
                          Pero éste también necesita saber que lo está haciendo bien, y el mayor defecto de muchos directores de hoy día estriba en que no dicen nada de esto a sus empleados.
                          Un cumplido merecido no cuesta nada, y su rendimiento es inconmensurable. Cuando nos felicitan, cuando aprecian nuestros esfuerzos, nos esforzarnos más para que todo salga mejor todavía.
                          Estupendo rendimiento de una inversión tan pequeña corno la de dirigir unas cuantas palabras de merecido elogio.
                          Volvamos a lo que nos ocupa.
                          Incuestionablemente, John Miller era un trabajador honrado y cumplidor. Sus escasas opiniones y actuaciones excéntricas , bien es cierto que nunca me molestaron, y te aseguro que las valoraba atentamente, por si pudieran estar causándonos alguna pérdida de negocio. Al mismo tiempo y conforme miraba a mi alrededor durante mis observaciones particulares, no dejaba de encontrar extremadamente interesante lo diferente y a veces extraña idiosincrasia de cada uno de nosotros, y que a pesar de ello todos los días nos juntamos, trabajamos codo con codo en perfecta armonía y constituimos un gran equipo de trabajo.
                          Ya ves, lo que podemos denominar carácter «excéntrico» refiriéndonos a otros, no es otra cosa, en la mayoría de los casos, que puntos de vista u opiniones diferentes, perspectivas diferentes de las nuestras respecto a la vida y la forma de vivirla.

                          En resumidas cuentas: cada maestrillo tiene su librillo.

                          Sería fascinante poder leer los pensamientos que nuestros compañeros de trabajo albergan sobre tu forma de comportarte o tus excentricidades (o sobre las mías, que todos las tenemos).
                          Por consiguiente, es evidentemente necesario moldear una fuerza de trabajo alrededor, o a pesar, de nuestras propias peculiaridades. Si no lo hacemos. no habrá esa fuerza de trabajo. Debes recordar que no eres tú y sólo tú el único empleado perfecto. Además lo que cuenta es la salida de los productos de nuestra empresa, y no si alguien se suena las narices una , dos o mil veces al día. A menos que los hábitos de una persona sean tan ofensivos o extraordinarios que revienten a los demás, no veo razón alguna para que esa persona cause baja en nuestra plantilla.

                          Creo que sería un ejercicio instructivo para tí el pensar en las razones que tuvo el señor Miller para marcharse. Por lo que me has dicho, su carácter excéntrico acabó por hacérsete insufrible.
                          Bien, pero hay que tener en cuenta que nuestro negocio es fabricar medicinas, no analizar caracteres. Da que pensar el hecho de que el señor Miller trabajara con nosotros durante diez años y que durante todo ese tiempo yo no recibiera de los otros empleados ni una sola queja de él.
                          Lo único que a veces se precisa para que ciertos temperamentos terminen por acoplarse es que transcurra suficiente tiempo. En este caso, has estado trabajando en contacto con el señor Miller sólo durante cuatro meses. Acaso con otros cuatro meses hubieras tenido una impresión mucho más positiva de ese hombre una nueva perspectiva de la situación.

                          Ahora mi pregunta es:

                          ¿perdimos un empleado valioso y ya formado única y exclusivamente porque tu criterio para apreciar o no a las personas es el de si son excéntricas o no?

                          En tal caso, haríamos bien en regalar tu cabeza a un jíbaro antes de que nos dejaras sin un solo empleado.

                          Mira: cuesta dinero formar a una persona para el trabajo: para algunos puestos, mucho dinero.
                          Para funcionar al máximo de eficacia (lo que sucede sólo en teoría) debemos minimizar los cambios de personal, porque, si no, si la gente que formamos se nos va al poco tiempo, todo el dinero que ganamos se nos irá en ello.
                          De aquí que el mantenimiento de una moral elevada entre nuestros empleados no es sólo deseable: es imprescindible.
                          Para terminar, ten presente que debes verificar continuamente los resultados del personal, particularmente los de aquellos que más recientemente se hayan incorporado a nuestra empresa, para ver si están dando la talla que sus puestos exigen.
                          Sin embargo, los rendimientos decrecientes de un empleado que lleve varios años con nosotros deben ser para ti como una señal de parada.

                          Párate piensa:
                          ¿Por qué ha disminuido el rendimiento de esta persona?
                          ¿hay detrás de esta baja razones personales que deberías tomar en consideración si es que quieres hacer bien tu trabajo?
                          Habla con la persona en cuestión y dile que su trabajo no es lo que solía ser.

                          ¿Existe algún problema que podamos corregir o a cuya solución podamos ayudarle?
                          Lo que se puede llegar a conseguir con una sola hora dedicada a tratar de volver a un empleado a su anterior camino de eficacia, realmente es asombroso.

                          Y considera esto: una hora de tu tiempo y otra del suyo nos cuestan unos 50 dólares; en la otra cara de la moneda, la empresa va a tener que desembolsar 5.000 dólares para formar a un sustituto adecuado del señor Miller.

                          Tu tesoro es el personal. No los ladrillos. Ni el hormigón. Ni la maquinaria.
                          Cuida la gran inversión que tenemos hecha en nuestro personal y haz todo lo que puedas para que sientan eso que estiman por encima de todo, esa satisfacción en la realización de su trabajo.
                          Si lo haces, no tienes idea de la creciente satisfacción que experimentarás en el desempeño de tu propio cargo. Y yo me sentiré muy Satisfecho por los crecientes beneficios que se derivarán de ello.


                          Afectuosamente
                          Tu compañero de trabajo