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                          11 - EL MATRIMONIO




                          EL MATRIMONIO

                          El hijo ha estado pensando en el matrimonio. El padre lo achaca en parte, por no decir del todo, al hecho de que la mayoría de los amigos de su hijo ya se han casado, y se pregunta si el deseo de imitación no será su único móvil. Por lo que, previsoramente, le da algunas orientaciones respecto al matrimonio.

                          Querido hijo:
                          Hace días te oí comentar con un amigo tuyo que estabas pensando en casarte. No pude evitar una cierta sonrisa al pensar quién podría ser la dama afortunada, pues cada vez que te he visto con una chica, ésta era diferente. Además, hace ya mucho tiempo que desistí de la idea de saber quiénes eran las encantadoras jovencitas que te acompañaban.

                          Sin embargo, no creo que deba tomar a risa el haberte oído decir, casi como un autómata: «Ya-es-hora-de-que-me-case».

                          Nada de pensar en hacerlo dentro de más o menos tiempo, ¡tenía que ser ahora!
                          Mi fisgonería acabó por traerme más preocupaciones de las que hubiera querido. Me quedé cavilando: ¿qué idea tienes exactamente del matrimonio? Me atrevo a pensar que crees que tienes que casarte ahora porque todos tus amigos se están casando; como parece que está de moda, ¿por qué no ibas a hacerlo tú también?

                          Bueno, ya dijo Martín Lutero que no hay relación, comunión o compañía más amable, amistosa y encantadora que un buen matrimonio. Estoy de acuerdo. Sin embargo, hay que considerarlo como un asunto terriblemente serio. Aunque el matrimonio no deja de ser consecuencia de la atracción que ejercen sobre los humanos las fuerzas de la naturaleza, lo que en definitiva cuenta es la vinculación, y ésta sólo ocurre a su debido tiempo.

                          No es algo que pueda programarse, como un ordenador, ni sucede automáticamente.
                          La penitencia que pagan quienes no piensan con suficiente seriedad en el matrimonio, quienes no lo consideran realmente una parte importantísima de su vida, es el divorcio, el corazón destrozado y, harto frecuentemente, una cuenta corriente no menos destrozada.

                          El destrozo sentimental es consecuencia del síndrome de fracaso que tiende a arrastrarse después de un matrimonio deshecho, agravado todavía más si hay de por medio hijos pequeños. No has tenido ocasión de experimentar el amor de un padre por sus hijos. Aunque, por desgracia, maridos y mujeres dejan de amarse con excesiva frecuencia, un padre nunca deja de querer a sus hijos. La separación de un matrimonio produce angustias insufribles.

                          Hace ya bastante tiempo, mantuve una interesante conversación con un médico amigo mío, cargado de años y de experiencia, sobre el tema del matrimonio. Su opinión era que debería considerarse y enfocarse como si se tratara de una sociedad; que en el matrimonio. al igual que en cualquier empresa, si dos socios iguales aportan esfuerzos e intereses iguales, la sociedad florecerá; pero si una u otra de las partes elude sus principales responsabilidades o se desentiende repetidamente del objetivo común, no habrá manera de evitar la «bancarrota», tarde o temprano.

                          A pesar del tiempo transcurrido, no he olvidado aquella conversación. Y profundizando más en tal línea de pensamiento y viendo el matrimonio desde esa óptica empresarial, la cruda y evidente realidad es que representa la mayor inversión a la que jamás se van a comprometer dos socios.
                          Y dos son las eventualidades que le confieren toda esa importancia: si sale bien, el matrimonio puede ayudar tanto en la vida que su valor resultará incalculable', pero si sale mal, los costes que puede acarrear también son incalculables.

                          La disolución de un matrimonio desavenido ha costado a más de una familia la pérdida de sus propiedades , la sangría de sus ahorros y la ruina de sus empresas. Y en la mayoría de los casos les ha impuesto , además, un cambio prolongado, acusado y mortificante en su nivel de vida.

                          Parece prevalecer entre los jóvenes de hoy día una actitud excesivamente despreocupada hacia el matrimonio. Cada dos por tres les oírnos decir: «Si la cosa no marcha, cada uno por su lado, y en paz»

                          ¡ Qué pena da ver que algo tan serio y tan maravilloso se trate tan a la ligera!

                          Y qué triste resulta ver las innecesarias angustias que esto trae como consecuencia para algunas personas que , por una serie de razones, sólo encuentran una oportunidad de casarse. y se aferran a ella.
                          Creo que los mejores matrimonios suelen tener estos principios. ¿Por qué? Porque en tales uniones existe generalmente no sólo un aprecio del uno por el otro, sino también una firme decisión de hacer que todo marche bien. Y luego tenemos a los de tu categoría. Afortunadamente para ti, tienes muchas probabilidades de «caerles bien» a las chicas gracias a ese carácter tan agradable que tienes, a tu encantadora personalidad y a que te pareces mucho a tu padre!

                          Y si aprovechas bien todas esas <prendas'>. acaso llegues a convencer a una de ellas para que se case contigo.

                          ¿Con qué cualidades debería estar adornada tu futura esposa?

                          Bueno, pues considerando que me has pedido mi opinión (supongo), yo diría que con éstas: deberías elegir una joven que tuviera un carácter afectuoso y agradable: observa si tiene tendencia a la mezquindad o a envidia, pues éstas podrían producir estragos más adelante:
                          evita una naturaleza chismosa , y líbrate como de la peste de una naturaleza codiciosa.

                          Dado que vas a pasar el resto de tu vida contemplando a esta linda moza, espero por tu bien que sea agraciada de cara. Aunque bien es verdad que la belleza termina donde termina la piel, no deja de resultar agradable tropezar con ella todas las mañanas, sobre todo si va acompañada de la belleza de espíritu. Pero, lo que es mucho más importante para ti, espero que sea inteligente, animosa, considerada y sincera, que se muestre siempre amable y atenta, que se interese por cosas tales como la propia estimación y las buenas maneras y que sea capaz de mantener una conversación estimulante. Y puestos a pedir, que nunca le falte una sonrisa, una caricia para un niño y una ilusión para cada nuevo dia.
                          Pero más que nada, espero que tenga capacidad de mantener contigo un toma y daca en perfecta armonia, como un auténtico socio. Bien pdras elegir a tu socio sólo por su chispeante personalidad o por su encantadora belleza, pero tus amigos buscarán en ella otras cualidades tales corno inteligencia e integridad, eso que algunas veces denominamos clase.

                          Si tu matrimonio funciona muy bien en todo, puede ayudarte a escalar las cumbres más altas, con mayor rapidez que cualquier otra cosa en la que yo pueda pensar.

                          No hay nada como luchar por mantenerse a la altura de una buena esposa para demostrar al mundo nuestra propia valía.
                          Naturalmente hay otras cuestiones: ¿es activa? (no perezosa); ¿limpia? (los platos sucios no se amontonan en el fregadero a todas horas); ¿tiene sentido del humor? (no es mal premio, si lo tiene).

                          Piensa, no obstante, que si tiene atractivo, personalidad e inteligencia, tendrás que admitir algunas fragilidades, puesto que no se puede tener todo en esta vida. Pero si estas tres prendas la adornan, puedes apostar por tu futuro si resolvéis todo unidos, con amor y respeto, durante las inevitables crisis a que os enfrentaréis; y si no dais entrada ni en vuestro corazón ni en vuestro vocabulario a la expresión «cada uno por su lado».
                          ¿Te has dicho en alguna ocasión: «esa podía haber sido una buena inversión para mí,» al pensar en la mujer de alguno de tus amigos?

                          Si tu respuesta es afirmativa, te aconsejaría que no te vieras mucho con ellos, pues no te hace ninguna falta un problema de ese género. Dedícate a buscar tu propia compañera perfecta. Piensa bien lo que más te gusta, y trata de asegurarte de que no pierdes una inversión «mejor» antes de decidirte.

                          Como dice el proverbio. «mantén tus ojos abiertos antes de casarte, y medio cerrados después».

                          Si durante tu búsqueda descubres una piedra preciosa, recuerda que «un corazón débil jamás conquistó a una dama de valía». Ahora bien, persigue la mano de la dama pensando un poco con la cabeza y evita que todo lo dicte el corazón. Este último, desbocado, puede jugarte muy malas pasadas. Te puedes encontrar tartamudeando, echándote la sopa por encima, tropezando con todo y con todos en los momentos más inoportunos, o con que has perdido el apetito sin ninguna razón aparente.
                          De manera que átale en corto, si puedes, al menos hasta que tengas alguna señal de cómo eres recibido por la otra parte.

                          Un hombre considerado resulta agradable a las mujeres. Tenlo especialmente en cuenta cuando conozcas a esa persona tan importante para ti, sobre todo si deseas volver a verla después de vuestra primera cita.
                          (Nota: si mantienes esa consideración durante los próximos cincuenta años con la chica que elijas, contribuirás enormemente a que todas las cosas os salgan bien.)

                          Una vez que se haya consumado tu decisión, te recomiendo que repartas tu tiempo lo más sensatamente posible, dando a la familia y al trabajo la parte de él que se merecen. Puede resultar contraproducente el asignar demasiado tiempo a la oficina o al hogar , preocúpate, sobre todo, de que la parte de los negocios no sobrepase por mucho a la otra tao pronto como volváis de vuestra luna de miel.

                          Ganar dinero es nuestra tarea, evidentemente, pero si no somos capaces de llevar el pan a casa trabajando desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde durante cinco días a la semana, no estamos haciendo las cosas bien.

                          John Dryden escribió el siguiente epitafio para su esposa:
                          Aquí yace mi esposa, dejadla con bien; que está descansando, y yo también.


                          ¿Divertido? Bueno. puede que sí. De cualquiera de las maneras lo que yo deseo de todo corazón es que ni tu esposa ni tú tengáis jamás ocasión de albergar esta clase de sentimientos.

                          Si tratas de hacer caso a la mayoría de las cosas que te he dicho, y si Dios Nuestro Señor y la Diosa Fortuna se ponen de tu lado, hay probabilidades de que disfrutes de un buen matrimonio. Algo que muy pocas personas consiguen. Desgraciadamente.
                          Con amor
                          Cupido