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                          03 EL ÉXITO

                          Publicado en

                          >>>>>>>>>>> CARTAS DE UN EMPRESARIO A SU HIJO.




                          El hijo ve a su padre como un Gran Triunfador cuyos pasos nunca será capaz (a sus ojos , el padre es tan brillante, sabe tanto, es tan resuelto, que resulta dificilísimo tratar de seguirle y POCO menos que imposible intentar igualarle. O por lo menos así lo parece.


                          Querido hijo:
                          Recientemente oí a un profesor hablar acerca de las fatigas y problemas que sufren los hijos de padres triunfadores, de las tribulaciones que entraña el crecer a la sombra de los ganadores. Decía que se trataba de uno de los problemas más difíciles para un joven, puesto que éste nunca se considera capaz de igualar a su padre. Al parecer, muchos chicos ni siquiera lo intentan. Se dan por vencidos incluso antes de empezar a demostrar su propia capacidad e ingenio. Da pena oírlo.

                          Se me ocurrió que tal vez tú albergues pensamientos de esta naturaleza y, por si así fuera, antes de que tomen arraigo en tu mente como disculpa para retroceder en tu vida, voy a contarte unas cuantas cosas que me sucedieron en la mía.

                          Tuve una media de 6 en el primer curso del bachillerato superior, de 6,5 en el segundo y de 7,5 en el tercero. Luego pasé a la universidad, pero, como puedes ver, no porque fuera una eminencia, sino porque lo permitía el sistema de enseñanza en la zona donde vivía. Los dos primeros cursos de universidad los pasé con calificaciones que nada tenían de espectaculares a pesar de que estudié un montón. Y trabajé mucho, te lo aseguro, porque no he conseguido nada con facilidad

                          Luego suspendí en el examen para el título de auditor. No podía creerlo Estaba deshecho. Allí me tenías. con mis seis años de Universidad : ¡ acabado! ¡ un fracaso total!.



                          No hace falta que te diga el alivio que representó para mí el que me permitieran volver a examinarme al año siguiente.
                          Una vez que averigüé por qué había suspendido la primera vez prometí que no volvería a sucederme de nuevo. Y no me sucedió.
                          No tuve que desvelar ningún misterio para averiguar las causas de mi primer fracaso : no había trabajado con suficiente empeño. Desde entonces lo he hecho siempre. El hábito del estudio o el trabajo es difícil de adquirir. Es preciso un deseo innato de aprender, hay que practicar el arte de la concentración pero, antes de nada, hay que tener espíritu de trabajo. El noventa por ciento de las personas pueden alcanzar fácilmente estas actitudes positivas y productivas. Sin embargo, pocas lo hacen.

                          Si piensas que alcancé el éxito en todos mis empeños, es que ignoras muchas cosas acerca de una gran parte de mi vida. Aquellos que alcanzan el éxito parece que hayan recorrido un camino de rosas repleto de triunfos. Lo que nadie ve es la perseverancia que requiere el superar cada uno de nuestros fracasos para continuar en el buen camino, rosas aparte.

                          No conozco a nadie que haya tenido éxitos sin que mediaran entre ellos descalabros, fracasos, disgustos y frustraciones. El aprender a superar esos momentos de agonía es lo que diferencia a los ganadores de los perdedores. ¿Cuántas veces he hablado de las personas tan temerosas del fracaso que nunca se atreven a participar en la carrera?

                          Cada fracaso nos enseña algo, y unos fracasos enseñan más que otros. El suspenso en mi primer examen para el título de auditor es algo que no he podido olvidar en los veinticinco últimos años. ¿Qué enseñanza saqué? Pues la de que conviene trabajar de firme. porque no se consigue nada de otra manera. La mayoría de las cosas se consiguen con un esfuerzo máximo. Pero la carrera no la gana siempre el más veloz; la ganan quienes aprendieron en carreras anteriores y supieron utilizar bien aquellas lecciones.
                          Recuerda que la gente tiende a considerar a las personas triunfadoras tal como parecen ser ahora. Pasan por alto los muchos años de trabajo agotador, los fracasos, frustraciones y problemas afrontados y superados durante toda una vida.

                          Cuando se tiene un objetivo, constantemente se intenta alcanzar un nivel superior. De manera que los objetivos que te marques son de importancia vital.

                          La próxima vez que te sientas inclinado a pensar que las botas de tu padre son demasiado grandes como para que tú puedas calzarlas algún día, recuerda también que tienes sobre él una enorme ventaja de salida. ¿Ventaja en qué? Para empezar, en tus estudios, que hasta la fecha reflejan un nivel de aprovechamiento académico muy superior al que yo tenía. Luego, el nivel de vida que disfrutas; a tu edad, pocas veces había salido yo de mi pueblo y nada sabía acerca de las grandes ciudades y sus complejidades. En tercer lugar, tus padres; mamá y yo te podemos orientar hacia unos caminos bastante buenos. Mis padres pasaban de los sesenta años cuando yo tenía tu edad y, a pesar de lo buenos, cariñosos y estupendos que eran, no sabían nada del ambiente empresarial y social en que nosotros vivimos.

                          En el colegio tuviste el honor de ser seleccionado como delegado de curso. Fuiste capitán del segundo equipo de baloncesto. A pesar de las tres operaciones de rodilla, jugaste tres años en el equipo de rugby. Fuiste jefe de grupo en la instrucción premilitar. Saltan a la vista tus cualidades de líder.

                          Recapacita. Ya has conseguido mucho más que yo cuando tenía tu edad. ¿Por qué han de ser diferentes las cosas en el futuro?
                          Buena conducta, fortaleza de espíritu, firmeza en el trabajo y responsabilidad son características que has de incorporar a tu quehacer cotidiano.

                          La forma en que decidas comportarte en la sociedad pondrá a prueba tu fibra moral; lo que rindas en el campo de rugby o en la cancha de baloncesto será ejemplo del temperamento que posees; la cantidad y calidad del tiempo y concentración que dediques a tus estudios demostrarán la diligencia que tienes, o la que te falta. Para todo ello, que tu mente rija cada uno de los actos de tu vida; pregúntate: «¿Es esto ser responsable?» Ya que, a fin de cuentas, en la medida en que tengas responsabilidad tendrás éxito.

                          Muchos son los logros que has conseguido hasta ahora, prendas evidentes de un joven triunfador claramente encaminado hacia el éxito. Piensa en ello. Solamente tienes que terminar lo que tan acertadamente has comenzado; solamente continuar los éxitos que esperan continuación.

                          ¿Que tu viejo es invencible? Ni hablar.
                          Verás como, con el tiempo, terminas dándole sopas con honda.

                          Te anima
                          Tu «hincha» número 1