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LOS PRIMEROS DÍAS EN EL MUNDO DEL
TRABAJO
Por fin ha llegado ese día tan esperado en el que el hijo se incorpora a las empresas de su padre. Esta incorporacion suscita algunas inquietudes respecto a su adaptación al mundo empresarial. El padre ofrece unas cuantas palabras de aliento al «novato».
Querido hijo:
Hoy es un gran día en tu vida. Después de dedicar veinte años a los estudios, ha llegado para ti el momento de incorporarte al mundo real del trabajo.
A muchas personas no les gusta la palabra trabajo porque les trae a la memoria, inmediatamente, la idea de tener que madrugar, la repetición de táreas aburridas, poco tiempo para las diversiones, dolores de cabeza, cansancio y otras penalidades de diverso pelo.
Otras personas están tan deseosas de abrirse camino a codazos y probar su suerte en la ruleta de la vida que no pueden esperar a que se les dé la salida. Preferiría pensar que tú perteneces a esta última escuela de pensamiento.
Hoy es un gran día en tu vida. Después de dedicar veinte años a los estudios, ha llegado para ti el momento de incorporarte al mundo real del trabajo.
A muchas personas no les gusta la palabra trabajo porque les trae a la memoria, inmediatamente, la idea de tener que madrugar, la repetición de táreas aburridas, poco tiempo para las diversiones, dolores de cabeza, cansancio y otras penalidades de diverso pelo.
Otras personas están tan deseosas de abrirse camino a codazos y probar su suerte en la ruleta de la vida que no pueden esperar a que se les dé la salida. Preferiría pensar que tú perteneces a esta última escuela de pensamiento.
Una vez que la educación formal ha moldeado tus esquemas mentales, ha llegado el momento de aplicar todos esos años de esfuerzo a ganarte la vida y un puesto dentro de este loco mundo en que nos toca vivir. Una gran véntaja a tu favor estriba en el hecho de que sabes lo que quieres ser:
hombre de empresa, y de los buenos.
Me dan pena todos esos jóvenes que parecen incapaces de decidir lo que desean hacer para ganarse la vida, pena que es mayor en el caso de los que sí saben lo que quieren pero no pueden encontrar un trabajo dentro del campo que han elegido. Saber lo que quieres hacer y conseguir un trabajo con el que hacerlo, es una excelente forma de empezar.
Hablando de formas excelentes de empezar, el llegar puntualmente al trabajo es, precisamente, el mejor comienzo que puedes dar hoy a tu jornada.
No hay nada que despierte más la suspicacia o el enojo (inclúyeme en esto) que los retrasos repetidos.
Causa muy mal efecto en la moral de los demás, que se han impuesto la disciplina de levantarse y acudir temprano al trabajo todos los días. Y todavía es más difícil que encaje en los esquemas mentales del jefe puesto que ¿cómo va a sentirse tranquilo delegando en tí ciertas responsabilidades si tú no eres lo suficientemente responsable para llegar puntualmente al trabajo?
Sabes que empezamos la jornada a una hora fija.
La hora de salir, con tal de que sea después de las 5 o las 6 de la tarde, es algo que dejo a tu elección.
Algunas empresas tienen horarios de trabajo flexibles, y aquellos que no puedan soportar nuestro horario fijo harán mejor en buscarse un empleo en alguna de ellas. Tampoco quiero encontrarte siempre a las ocho y cuarto, si luego me he de enterar de que a las nueve y media te dedicas a no hacer nada. Si vas a formar parte de la dirección y a tratar con ella, necesitas acomodaste a su mismo horario.
Vas a unirte a un grupo de empleados nuestros que ha dedicado muchos años a sacar adelante a nuestras empresas.
Espero que seas lo suficientemente indulgente como para permitir que se infiltre en tu cerebro un poco de la gran experiencia y el gran conocimiento que tienen de todas nuestras actividades.
Aunque no me parecería práctico que trataras de volver a inventar la rueda, entenderé como perfectamente lógico que cuestiones alguna de nuestras prácticas actuales si piensas que pueden mejorarse. Ahora bien, sé cauto y no avances muy deprisa.
La victoria cae frecuentemente del lado de quienes aguardan su oportunidad y siguen aprendiendo, de quienes perfeccionan sus ideas y luego presentan a la dirección unos planes cuidadosamente meditados.
Sabes que empezamos la jornada a una hora fija.
La hora de salir, con tal de que sea después de las 5 o las 6 de la tarde, es algo que dejo a tu elección.
Algunas empresas tienen horarios de trabajo flexibles, y aquellos que no puedan soportar nuestro horario fijo harán mejor en buscarse un empleo en alguna de ellas. Tampoco quiero encontrarte siempre a las ocho y cuarto, si luego me he de enterar de que a las nueve y media te dedicas a no hacer nada. Si vas a formar parte de la dirección y a tratar con ella, necesitas acomodaste a su mismo horario.
Vas a unirte a un grupo de empleados nuestros que ha dedicado muchos años a sacar adelante a nuestras empresas.
Espero que seas lo suficientemente indulgente como para permitir que se infiltre en tu cerebro un poco de la gran experiencia y el gran conocimiento que tienen de todas nuestras actividades.
Aunque no me parecería práctico que trataras de volver a inventar la rueda, entenderé como perfectamente lógico que cuestiones alguna de nuestras prácticas actuales si piensas que pueden mejorarse. Ahora bien, sé cauto y no avances muy deprisa.
La victoria cae frecuentemente del lado de quienes aguardan su oportunidad y siguen aprendiendo, de quienes perfeccionan sus ideas y luego presentan a la dirección unos planes cuidadosamente meditados.
Si te acometiera la premura por cambiar nuestras políticas, ten presente que no hace falta acometer todos los cambios de la noche a la mañana (a menos, claro está, que resulte ser un asunto de gran importancia y urgencia).
Soy partidario de que las decisiones no se demoren, pero nunca olvido que las ideas no experimentadas exigen una cuidadosa fundamentación.
Nuestro programa de formación te marcará unas pautas excelentes y, dado que vas a estar dentro del campo comercial, te sugiero que aprendas todo lo que puedas acerca de nuestras empresas antes de que intentes poner a prueba tus dotes comerciales con uno de nuestros clientes. Nuestra relación con algunos de ellos se inició en años anteriores al de tu nacimiento Y no sólo es imperativo que aprendas todo acerca de nuestras empresas, sino que también debes aprender todo lo humanamente posible acerca de nuestros clientes reales y potenciales antes de estrechar siquiera la mano de uno de ellos.
A los ojos de un cliente, sólo vas a disponer de una oportunidad: la de la primera impresión que le causes.
¡Asegúrate de haber hecho cuanto podías para que sea buena!
Si no lo fuera, tendrás que pasar dos años, por lo menos, tratando de recuperar una imagen positiva ante ese cliente. No es forma de empezar.
Alguien dijo que el silencio es oro. Coincido con él.
Y en tu caso, escuchar durante una hora y hablar durante cinco minutos es la proporción que te recomendaría que adoptaras durante esta etapa inicial.
Recuerdo que en una ocasión me decidí a no contratar a un vendedor sencillamente porque dos de los clientes que visitaba con su anterior empresa me indicaron que sus visitas eran «una diarrea de palabras».
¿Qué lección debes sacar de esto?
Muy sencilla:
«es mejor tener la boca cerrada, aunque piensen que eres tonto, que abrirla y sacarles de dudas».
Los vendedores inteligentes y más bien callados suelen caer bien, y los compradores les dan por lo general trato de favor.
Además del conocimiento de nuestras empresas que necesariamente habrás de tener antes de que pongas el pie fuera de ellas, deberás tener la plena convicción de que ofrecemos a nuestros clientes una atención mejor, mucho mejor, que la ofrecida por nuestros competidores.
El vender nuestros servicios sólo representa la mitad de nuestro trabajo; la otra mitad es atender al cliente inmejorablemente, aunque nos vaya en ello la vida; de no ser así tendrías que estar constantemente buscando nuevos clientes para sustituir a los que te abandonaran por falta de atención.
Lo cual sería de una ineficacia total. (Y de una estupidez tal que tu padre se subiría por las paredes ..)
La venta es importante, por supuesto, pero la atención al cliente es la condición sine qua non para engrosar el saldo de nuestra cuenta de resultados.
Para dar un buen servicio a nuestros clientes es obvio que hace falta mantener buenas relaciones comerciales con nuestros proveedores, y tenemos algunos que nos atienden tan bien que me dan envidia. Por más que otros proveedores me ofrezcan rebajas en los precios, no habrá nada que me aparte de esos proveedores tan leales.
Me gustaría creer que algunos de nuestros clientes piensan lo mismo de nosotros.
Durante estos primeros días de trabajo con nosotros, ten presente este «espectro»: en un extremo, nuestro cliente; en el otro, nuestro proveedor; y nosotros en el centro.
Recuerdo que en una ocasión me decidí a no contratar a un vendedor sencillamente porque dos de los clientes que visitaba con su anterior empresa me indicaron que sus visitas eran «una diarrea de palabras».
¿Qué lección debes sacar de esto?
Muy sencilla:
«es mejor tener la boca cerrada, aunque piensen que eres tonto, que abrirla y sacarles de dudas».
Los vendedores inteligentes y más bien callados suelen caer bien, y los compradores les dan por lo general trato de favor.
Además del conocimiento de nuestras empresas que necesariamente habrás de tener antes de que pongas el pie fuera de ellas, deberás tener la plena convicción de que ofrecemos a nuestros clientes una atención mejor, mucho mejor, que la ofrecida por nuestros competidores.
El vender nuestros servicios sólo representa la mitad de nuestro trabajo; la otra mitad es atender al cliente inmejorablemente, aunque nos vaya en ello la vida; de no ser así tendrías que estar constantemente buscando nuevos clientes para sustituir a los que te abandonaran por falta de atención.
Lo cual sería de una ineficacia total. (Y de una estupidez tal que tu padre se subiría por las paredes ..)
La venta es importante, por supuesto, pero la atención al cliente es la condición sine qua non para engrosar el saldo de nuestra cuenta de resultados.
Para dar un buen servicio a nuestros clientes es obvio que hace falta mantener buenas relaciones comerciales con nuestros proveedores, y tenemos algunos que nos atienden tan bien que me dan envidia. Por más que otros proveedores me ofrezcan rebajas en los precios, no habrá nada que me aparte de esos proveedores tan leales.
Me gustaría creer que algunos de nuestros clientes piensan lo mismo de nosotros.
Durante estos primeros días de trabajo con nosotros, ten presente este «espectro»: en un extremo, nuestro cliente; en el otro, nuestro proveedor; y nosotros en el centro.
Un espectro cromático cuyos colores se funden armoniosamente entre sí es algo que da gusto contemplar.
Lo mismo sucede con la empresa perfecta, conjunto armonioso de proveedores, empleados y clientes.
De momento, anda con cuidado y olvídate del bastón de mando. Piensa que el personal va a considerarte el novato, de la misma forma que tú considerabas a los alumnos nuevos en la facultad.
¿O es que no te sentías algo superior a ellos?
Si todo esto te sobresalta un poco, no te preocupes; Roma no se construyó en un día. Además, el objetivo fundamental de esta carta no es tanto el de aconsejarte cuanto el de compartir brevemente contigo la marcha en pos de ese sueño tan esquivo que es el encontrar la felicidad en el trabajo.
El gran escritor John Ruskin escribió esto en el siglo XIX:
Para que las personas sean felices en su trabajo, se necesitan estas tres cosas: que estén capacitadas para él; que no lo practiquen en demasía; y que les despierte un sentimiento de éxito.
La enseñanza formal que has recibido y tu deseo de integrarte en los negocios son factores que te capacitan para nuestro trabajo; lo que he podido observar de ti durante los pasados veinticinco años no me induce a excesivas preocupaciones respecto a que vayas a practicarlo en demasía; la felicidad que puedas alcanzar en el trabajo dependerá exclusivamente de tu personal sensación de éxito.
La ambición, la iniciativa y la responsabilidad, todas ellas cuidadosamente maduradas, harán que tu carrera profesional sea una parte plenamente agradable de tu vida.
Y piensa en esto: todos los grandes capitanes de empresa que existan dentro de unos treinta años, están empezando también hoy su primer día de trabajo. Lo mismo que tú. No lo olvides.
¡Ah!, otra cosa: ninguno de esos futuros gigantes va a dar por terminados sus estudios en el día de hoy. cuando acaban de integrarse en el mundo del trabajo.
Simplemente los van a trasladar a las tardes y a los fines de semana, sin dejar de intercalar unas horas de ocio para la buena marcha.
Todos los padres albergan en lo más profundo de su corazón el deseo de que a sus hijos todo les salga bien. Supongo que tal vez por esto George Herbert escribió:
«Un padre vale más que cien preceptores».
Bienvenido al mundo de los trabajadores. Tendré preparadas tus «notas» al final de nuestro primer trimestre económico.
Con todo cariño
El jefe de estudios